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Castillo de Santa Catalina
Castillos y murallas
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Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto aéreaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua. Foto de la Biblioteca Nacional
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Castillo de Santa Catalina. De nocheCastillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
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Castillo de Santa Catalina. 1956Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Cuadro de Genaro Giménez de la Linde 1879. Museo ProvincialCastillo de Santa Catalina.
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. El Castillo con pastores. José Nogué Massó 1925. Museo Provincial de JaénCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Desde La MellaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Vertiente surCastillo de Santa Catalina.
Castillo de Santa Catalina. Desde la Peña de JaénCastillo de Santa Catalina. Desde la Peña de JaénCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
Castillo de Santa Catalina. Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Desde el Cerro de Caño Quebrado
Castillo de Santa Catalina. Desde el Cerro de Caño QuebradoCastillo de Santa Catalina. Desde el Cerro de Caño QuebradoCastillo de Santa Catalina. Desde las Eras de Santa Ana
Castillo de Santa Catalina. Desde el paraje Plaza de ArmasCastillo de Santa Catalina. Desde La PeñaCastillo de Santa Catalina. Desde La Peña
Castillo de Santa Catalina. Foto antigua IEGCastillo de Santa Catalina. Desde Caño Quebrao. Fotografía de Manuel Romero AvilaCastillo de Santa Catalina. Desde el campanario de San Juan. IEG
Castillo de Santa Catalina. Foto antigua. Fotografía de Jaime Roselló Cañada. Archivo IEGCastillo de Santa Catalina. Foto antigua. Fotografía de Jaime Roselló Cañada. Archivo IEGCastillo de Santa Catalina. Foto antigua. Fotografía de Jaime Roselló Cañada. Archivo IEG
Castillo de Santa Catalina. Romería de Santa Catalina. Fotografía de Ortega 1955Castillo de Santa Catalina. Foto antigua. Vista desde Caño Quebrado. Archivo IEGCastillo de Santa Catalina. Desde el Parque de Bomberos
Castillo de Santa Catalina. Foto antiguaCastillo de Santa Catalina. Foto antigua
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  • Ubicado en el Cerro de Santa Catalina a 820 metros.
  • La construcción ocupa unos 170 metros de longitud.
  • Fue de propiedad particular y después del municipio.
  • Se declaró Monumento Histórico-Artístico por un Decreto de 3 de junio de 1931.
  • Declarado Bien de Interés Cultural.
  • Del árabe ‘alcazar’ el palacio.
  • Los alcázares nuevo y viejo se denominaba al castillo de Jaén constituían alcaidías independientes. La del alcázar viejo y Abrehuí por el concejo de la ciudad. La del Alcázar nuevo por designación real.
  • Se accede a él a través de la Puerta del Castillo (Muralla de Jaén. Puerta del Castillo) de la que parte la Muralla de Jaén.
  • Dividiéndose su planta en tres recintos perfectamente delimitados: el inferior (Castillo de Abrehuy), constituido por una serie de barbacanas; el medio (Castillo Viejo de Santa Catalina), donde, tras unas demoliciones, en 1965, se construyó el Parador Nacional de Turismo; y el recinto superior, que es el Castillo Nuevo de Santa Catalina, la parte más notable actualmente conservada.
  • Originalmente levantado en tapial de argamasa, y posteriormente revestido con paramentos de mampostería irregular, que se adaptan a la orografía del terreno.
  • Se accede a través de un arco ojival.
  • Tuvo su origen en una Torre de Aníbal con la llegada de los Cartaginenses.
  • Es el recinto fortificado que desde tiempos árabes dominaba la ciudad y al que venían a confluir las murallas que rodeaban el circuito urbano.
  • Al-Himyari en el siglo XI describió a Jaén de la siguiente forma: ... Jaén se levanta en el flanco de una montaña muy alta. Su alcazaba se encuentre entre las fortalezas más conocidas por su inexpugnabilidad...
  • Conquistado por Fernando III al rey Alhamar, en la primavera de 1246.
  • A partir de esa fecha y especialmente bajo el reinado de su hijo Alfonso X El Sabio, es cuando surge el que las crónicas han de llamar Castillo Nuevo que hoy constituye la parte fundamental del recinto que se conserva.
  • Durante muchos años coexistió el Castillo Nuevo con los restos del Viejo, quedando separados por una explanada que se correspondía con lo que hoy ocupa el Parador de Turismo. Pero a partir del siglo XV, en que se levantan nuevas defensas, se unen y prácticamente se confunden, pasando a formar un solo y enorme castillo.
  • Del Castillo Viejo afloran restos en los muros suroeste y sur.
  • En 1458, el Condestable D. Miguel Lucas de Iranzo, se hace cargo del gobierno de la ciudad y promueve numerosas reformas de la fortaleza donde residiría frecuentemente. Derriba las fortificaciones que rodean a los dos castillos; techa las torres y derriba las barbacanas; promueve una nueva muralla que une y cerca el conjunto; construye un foso y aljibes; e inicia la repoblación vegetal del Cerro de Santa Catalina.
  • Después de la caída de Granada, el castillo de Jaén se mantuvo como plaza militar dotada de cuarenta hombres hasta mediados del siglo XVIII.
  • Finalizada la reconquista, el Castillo comenzó a arruinarse al perder importancia militar hasta que la Guerra de la Independencia acentuó su situación estratégica. Entre 1808 y 1812 se reconstruye y remodela, siendo destruido en 1812 por los franceses cuando abandonan Jaén.
  • Concretamente los franceses ocuparon el castillo desde enero de 1810 hasta septiembre de 1812.
  • En 1836, ante la posible llegada de los Carlistas se remozan sus defensas por última vez.
  • Luego vino el abandono hasta que en 1845 pasa a manos del Ayuntamiento de Jaén.
  • En 1965 comenzó la construcción del Parador Nacional de Turismo, derribándose buena parte de la fortaleza lo que ha condicionado posteriores restauraciones.
  • Francisco de Paula Mellado en su Guía del viajero en España, de mitad del siglo XIX: ... Los moros construyeron las murallas que rodean esta ciudad, que tiene además un buen castillo y otras varias obras de defensa ejecutadas por los mismo, habiendo quedado muy deteriorados sus arrabales de resultas de los varios ataques que resistió antes de su entrega. ...
  • Referencia catastral 9405502VG2890N0001AP.
  • Código PIA 230500016.
Siglos VIII-X
  • En la zona más alta se encontraría un recinto amurallado o Alcázar (al-Qasr), un lugar de refugio y última defensa
  • No se conocen sus dimensiones reales.
  • En la vertiente Norte estaría situada la Alcazaba (al-Qasaba), utilizada como zona defensivo-residencial y rodeada por un cinturón de murallas.
Siglos XI-XII
  • La desintegración del Califato y el inminente peligro de los ejércitos cristianos, creó un clima de inseguridad que provocó importantes cambios en las estructuras defensivas de la ciudad.
  • Se realiza una intensa reforma de murallas y puertas, y se transforma la Alcazaba debido al aumento de población.
  • Se edifica una gran Alcazaba estructurada en dos partes bien diferenciadas: La principal que ocupa la mayor parte del cerro, el denominado Alcázar Viejo; y en el extremo Oeste se levanta un nuevo edificio, el Castillo de Abrehui, un espacio irregular situado a menor altitud.
Siglos XIII-XV
  • Tras la conquista de Jaén a mediados del siglo XIII, se realizan varias reformas, se construye la Capilla del Salvador y algunas cisternas. Se edifica un nuevo castillo, el Alcázar Nuevo y se levanta la Torre del Homenaje.
Siglos XVI-XVIII
  • En este periodo la configuración interna de la fortaleza se mantiene. Sólo se han podido documentar pequeñas reformas en el Alcázar Nuevo.
  • En el siglo XVII Rodrigo Méndez Silva en el capítulo IV de su Población general de España: ... En la ciudad de Jaén metrópoli de su Reino, que yace a faldas de un collado con fuerte Alcázar a lo eminente, cuyas espaldas guardan por Mediodía gragosas sierras ...
  • A finales del siglo XVII y principios del XVIII la fortaleza deja de ser utilizada y alguna de sus dependencias por el desuso se hacen ruinas.
  • En el siglo XVIII Nicolás de Cruz y Bahamonde, Conde de Maule, que a su paso por Jaén anota: ... En un extremo se ven trozos de su antiguo muro y en la cima un castillo arruinado ...
Siglo XIX
  • Tras la invasión de la Península por las tropas de Napoleón, el castillo de Jaén sufre importantes modificaciones.
  • Se reparan las murallas.
  • Se crean puestos de guardia, parapetos y fosos.
  • Destruyen el aljibe medieval para albergar dentro un polvorín.
  • Construyen un hospital.
  • Hacen Caballerizas, las hileras de cuadras del Cuartel de Caballería pensaba el pueblo que eran nichos de los muchos que los franceses habían asesinado en el castillo.
  • Crean plataformas de artillería.
  • André Fraçois Miot en los años tormentosos de la Guerra de la Independencia describe Jaén despectivamente como: ... Jaén está construida al pie de una montaña sobre la cima de la cual los moros han elevado una fortaleza que aún subsiste. Los alrededores de la ciudad son poco agradables y el interior sólo presenta calles estrecha y casas bastante mal construidas. Solamente la Catedral es digna de atención ...
  • Richard Ford encuentra el máximo atractivo de Jaén en que: ... Su posición es sumamente pintoresca por estar a la sombra de una colina coronada por un castillo: las largas líneas de las murallas y las torres moras ascienden penosamente por las laderas irregulares ... Jaén ha sido comparada con un dragón, un cancerbero vigilante ...

Leyenda

....Cuenta la leyenda que cuando estaba la fortaleza mora de Abrehui, la anterior al actual castillo de Santa Catalina, al mando del capitán Solimán, que gozaba con la confianza del rey jienense Alhamar, tuvo que sufrir la pérdida de su esposa tras el parto de tres niñas gemelas: Aixa, Fátima y Marien.
Conforme el tiempo pasaba aquellas niñas se convirtieron en unas hermosas damas, de cuya belleza se hablaba fuera de las fronteras de Jaén. Por ello, su padre, cuidaba de tenerlas en un lugar seguro, fuera de las miradas de los hombres.
Quiso la fortuna que un buen día llegara a Jaén un emisario del rey de Castilla, para entregar al rey moro una carta de su señor.
Alhamar dispuso que el soldado cristiano se alojara en el castillo los días que permaneciera en la ciudad, mientras meditaba la respuesta a la propuesta castellana.
Por tratarse de un noble caballero, pariente del rey de Castilla, le fueron tributados toda clase de honores y deferencias, y ello hizo que Solimán le invitara una noche a cenar. Cuando estaban sirviendo los postres, las tres hermanas entraron jugando a la estancia y al observar el invitado quedaron ruborizadas de tal manera que salieron del comedor con la misma destreza que habían entrado.
No obstante, Solimán, creyó necesario dar una explicación al comensal y presentárselas de una manera oficial, lo que provocó una gran admiración en el caballero, que en sus días restantes de visita buscaba afanosamente el momento para volver a ver a las tres morillas. A los cinco días Alhamar preparó la respuesta para el monarca castellano y el enviado tuvo que volver a Burgos, aunque con el pensamiento ocupado por aquellas muchachas que había conocido en Jaén.
Pasaron varios meses y el caballero no pudo olvidar los rostros de aquellas moras, y con la esperanza de volver a encontrarse con ellas emprendió el camino hacia Yayyán.
Cuando llegó a las puertas de la ciudad pensó que la mejor forma de acercarse a ellas era acceder a un huerto, adosado a los muros de la parte posterior de la fortaleza, que tenía un fácil acceso. Para burlar los centinelas incendió unos matorrales del otro extremo y aprovechando la alarma sembrada subió por un pequeño muro que daba al huerto, donde las tres morillas, muy asustadas, corrían a refugiarse en el castillo.
Mientras tanto, el caballero se escondió en un rincón del huerto, a la espera de que apagaran el fuego y las tres hermanas volvieran a su lugar de juego.
Al poco tiempo, Aixa, Fátima y Marien salieron de la fortaleza entonando una canción: «¿Do estarás ahora hermoso galán, /que solo pude verte un día? /¿Qué triste se tornó mi vida, /desde que te perdiste en la lejanía!».
El caballero se acercó a ellas sigilosamente y les preguntó si ese caballero era él, porque desde que las vio se enamoró de cada una de ellas.
Aixa, con lágrimas en los ojos, le dijo que su amor era imposible porque su padre les había desposado con un poderoso señor de Granada, pariente del rey Alhamar, y que ella misma también había sufrido su amor por él.
En ese preciso momento las hermanas, entre gemidos, decidieron entrar en el castillo y el caballero cristiano al intentar seguirlas fue localizado por la guardia que le apresó y fue conducido ante Solimán, que al reconocerle le preguntó por el motivo de su visita inesperada, a lo que el doncel no respondió, provocando la ira en Solimán, que no la reprendió contra él porque recordó que era pariente del rey de Castilla, y de esta manera quedó pendiente de la decisión de Alhamar.
A los pocos días llegó el monarca nazarí y se entrevistó con el caballero cristiano, que le contó lo que le había ocurrido. El rey decidió conocer a las tres moras y después convocó al pariente granadino, que pretendía casarse con ellas, al caballero cristiano y a Solimán.
Alhamar se dirigió primero a su capitán y le dijo que los tres hombres allí presentes estaban enamorados de sus hijas. Que como el caballero cristiano tiene preferencia por Aixa, quedaría Fátima y Marien, «y deberán ellas mismas decidir con quién de nosotros dos quieren casarse», indica el rey moro.
Solimán confundido le dice a su señor que si tuviera cien hijas, las cien se las entregaría, pero si solo desea una que por supuesto no se va a negar. Tampoco puede hacerlo con tu primo al que anteriormente le había concedido las tres, «pero mi corazón se acongoja al tener que dar mi Aixa a un cristiano, no por su religión, porque sé que es buen caballero, de hombría y linaje, sino porque se irá lejos y no volveré a verla jamás».
Resuelto este escollo por el propio caballero, prometiendo que le visitaría, al menos, una vez al año, decidieron que Fátima y Marien eligieran a sus esposos.
Al día siguiente, el rey moro envió un despacho a Fernando III dándole cuenta de todo lo que había acontecido y rey cristiano, que estaba en Úbeda, le comunicó que deseaba apadrinar la boda del caballero y Aixa.
Se trasladaron a la ciudad de Úbeda, donde se celebró el bautizo de la bella mora y a continuación los desposorios.


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