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Salinas de La Malahá
Romano
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Salinas de La Malahá. Salinas de La Malahá. Restos arqueológicosSalinas de La Malahá. Restos arqueológicos
Salinas de La Malahá. Maqueta. Palacio Dar Al-Horra - GranadaSalinas de La Malahá. Maqueta. Palacio Dar Al-Horra - Granada
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  • Se trata de una de las salinas más antiguas de Andalucía.
  • Los fenicios y romanos explotaban la Salina de La Malahá y proporcionaban sal a Sexi (Almuñecar) para la elaboración del “garum”, por lo que estas salinas tienen un antigüedad superior a 2.500 años. El garo o garum quizás fue el primer producto alimenticio en España que se expandió por el entonces mundo civilizado por los romanos. Era una especie de salsa que se empleaba en multitud de casos acompañando a las comidas como legumbres, carnes, frutas, etc., a modo de condimento o aderezo.
  • Parece que había distintas clases de salsa, pero siempre hecha a base de intestinos, hipogastrios, gargantas, fauces y otras partes análogas del atún, la morena, el escombro o el esturión. Todo junto se dejaba en salmuera (sal) y al sol durante aproximadamente dos meses. Cuando se quería acelerar el proceso se recurre a curarla al fuego.
  • En las Capitulaciones de fecha 10/12/1489, se entregaron al Zagal, tío de Boabdil, tras la rendición de la parte oriental de Granada, la mitad de las Salinas de La Malaha y una renta equivalente a la otra mitad. Sin embargo, el nazarí pidió exiliarse a “Berbería”. Pasando las salinas, entonces, a manos de Bulcacin Venegas, Alguacil de Granada y su cuñado Yahía Alnayar.
  • Con la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos, estas salinas se convirtieron en un punto estratégico. La Salina fue defendida por Gonzalo Fernández de Córdoba “El Gran Capitán”.
  • En las Capitulaciones de 1.491, posteriormente ratificadas en las de Santa Fe en 1.492, las salinas fueron ofrecidas a Bulcaçin el Muleh y Yuçaf Aben Comixa.
  • Pero a causa del establecimiento del Monopolio Salinero por parte de los Reyes Católicos no podían vender la sal. Para obtener las “cédulas guía” que le permitieran hacerlo tuvieron que vender la mitad de las salinas.
  • Los Reyes arrendaron las salinas a varios alguaciles mudéjares. Al mismo tiempo, se prohibía comprar en Granada y su jurisdicción, la Alpujarra y la costa entre Albuñol y Maro, a excepción de Almuñécar y Salabreña, sal que no fuera de La Malahá y Dalías.
  • En 1495 los Reyes Católicos cedieron parte de las rentas de las salinas de la Malahá al Monasterio de San Jerónimo.
  • Las salinas de La Malahá fueron parte fundamental en los ingresos de la Corona durante más de tres siglos. Felipe II en 1.564 decide variar las bases del monopolio salinero por medio del “Estanco de la sal” que conlleva entre otras cosas la eliminación de las obligaciones de consumir sal de La Malahá y Dalías, pasando así casi todas las salinas del país a manos de la Corona.
  • Una ejecutoria de 1660 en las Ordenanzas Granadinas, habla de una escasez de sal que hubo en Granada, por fallo de la producción de las Salinas de La Malaha, y de la necesidad detraerla de Loja pagando el transporte.
  • En Granada solo hay salinas en La Malaha, Fuente Camacho de Loja y en Montejícar. Las salinas de La Malaha y Loja han estado sometidas históricamente a procesos de manipulación estatal que llegaron hasta la época de las desamortizaciones.
  • A mediados del siglo XX contaba con 97 albercas, 7 calentadores y un almacén o Alfolí del siglo XII, noria de sangre en torreón, torres vigía, casa grande y casa para empleados. Ocupando una superficie de 3,30 hectáreas.
  • Tres nacimientos subterráneos y uno exterior denominado “El Charcón”, abastecen de agua salada las albercas, realizándose la recogida de sal en los meses de verano.
  • Las albercas se dividían en dos zonas denominadas Salinas Altas y Salinas Bajas o las Salinillas, donde se encuentra hoy en día el nuevo almacén.
  • Algunas albercas eran especiales, donde se sacaba la sal de espuma que era blanquísima y de mejor calidad.
  • Gran parte de las albercas estaban divididas por tablones de madera y los suelos estaban empedrados de lozas procedentes del cerro del Pingurucho.
  • Los caminillos por donde pasaban las recuas de burros también estaban empedrados.
  • El almacén o alfolí del siglo XII, tenía una superficie de 25×7,5×5,9 metros, con fuerte armadura y cubierta de tejas, sostenida por pilares y contraforteado el interior con catorce machones de mampostería, al cual daban entrada dos puertas situadas en la fachada y en uno de los laterales. Tenía una capacidad para 22.000 fanegas de sal (1.100.000 kg.). Dentro del almacén había un cuarto pequeño para algunos efectos y útiles, la sal llamada de espuma y la oficina.
  • Junto al almacén había varias viviendas para el administrador y empleados. Hallándose su dirección y custodia a cargo de dos jefes principales, un fabricante, un pesador, un bombero y cinco dependientes de resguardo. Todos de plantilla y residentes en dichas viviendas. Para los cinco dependientes había cinco garitas, donde vigilaban las albercas durante la noche para que no robaran ni la sal ni el agua.
  • La “noria de adentro” o Torreón (Noria Torreón), extraía el agua del nacimiento por medio de una noria de sangre de extracción animal. Un mulo daba vueltas elevando unas vasijas metálicas que sacaban el agua a la superficie donde era encauzada a los calentadores. De esta torre falta el techo mudéjar con columnas de madera. También tenía unos quitamiedos o baranda de forma circular.
  • La segunda noria llamada “la de afuera” tenía el mismo sistema para sacar agua. También construida con grandes bloques de mampostería, pero solo estaba al ras del suelo. El agua, una vez extraída del estanque o nacimiento, ya sea por la noria o por bombeo, llega a los “calentadores”, albercas de gran tamaño donde se concentra la sal durante todo el invierno.
  • Posteriormente, durante los meses primaverales, el agua pasa al repartidor que llena las albercas donde permanece durante los meses de más calor. Los rayos de sol hacen que se produzca el fenómeno de la evaporación. Según los cosecheros a más calor, mejor calidad de sal. Antes de las tres recogidas en julio, agosto y septiembre, se van dando riegos de agua del manantial a las albercas para compensar la constante evaporación. Cuando se calcula una altura entre ocho y diez centímetros de sal, se vacía el agua de la parte superior, para posteriormente iniciar la recogida del fondo. Arrastrando unos ganchos de hierro, el dumper extrae la sal ya sólida, moviéndola y pulverizándola. La deposita sobre la carretilla, tras haber sido acumuladas las pilas en cada uno de los estanques. Una cinta transportadora en continuo movimiento de rotación, pone en el interior de un almacén la sal todavía húmeda, donde es amontonada para luego ser envasada.
  • Antes de mecanizar el proceso de recogida, los obreros picaban con azadas, otros con rodillos o borriquetes y otros apilaban la sal. Las recuas de borricos la transportaban. Cada viaje que realizaba el borrico desde los montones hasta el almacén cobraba un real. El peso mínimo que tenía que llevar era de 125 kg. Las pilas de sal se marcaban con un archamo que tenía por objeto comprobar que no habían sido manipuladas con el fin de hurto. En el archamo ponía “Salinas Nacionales”.
  • En el siglo XIX la producción de sal era equivalente a la recogida de cereal en toda la comarca de El Temple.
  • Las corrientes de agua salobre, que confluyen con las aguas termales en el río Salado, generan un tipo de vegetación halófila muy interesante. Las especies botánicas más características son: las bermejas, el almajo dulce o sosa fina, el tarrico o caramillo, la manzanilla local, el espantazorras. Sin olvidarnos de otras de distinto hábitat ecológico como son: la amapola, el ballico y los anteojos; especies declaradas de interés científico y sujetas a protección.
  • Las Salinas de La Malahá están en funcionamiento y son de propiedad privada. El puente y torreón han pasado a propiedad municipal para su restauración y puesta en valor.
Fuente: https://www.lamalaha.com/patrimonio

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Página confeccionada por Francisco Miguel Merino Laguna
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