Dama de Galera

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Encontrada en 1916 en el Túmulo 20 (Necrópolis Ibérica de Tútugi. Túmulo 20) de la Necrópolis Ibérica de Tútugi.
La mujer e hijas del Cortijo de San Gregorio... Se dieron a excavar un montículo inmediato a su casa. Bien pronto animáronse en las rebuscas, al ver que hallaban tierra afable, como si estuviese removida, y su asombro no tuvo límites cuando vieron ante sí varias vasijas, platos y una imagen femenina de piedra ricamente ataviada: era el túmulo que hemos demarcado en nuestro plano en el número 20. Cabré y Motos, 1920.
Pronto se extiende el rumor del hallazgo, en la memoria está la aparición de la Dama de Elche en 1897. "A raiz de la Semana Santa presentóse en Galera un súbdito de nacionalidad belga, muy experto en estas materias por ser desde años acá restaurador de uno de los más esclarecidos arqueólogos (Luis Siret) que han estudiado nuestra patria, en particular la primera edad de los metales del Sureste de la Penúnsula Ibéria. Hízose presentar a las personas más influyentes de Galera y con ellas visitó a los rebuscadores de tesoros en particular a Blas, Justo y Clemente, adquiriendo del primero, entre varios objetos, la escultura de la deidad femenina, para lo cual tuvo que recurrir (en vista de que éste se negaba a ello, por ciertos compromisos ya contraídos con el susodicho de nosotros) a la ficción de asegurar que éste, lo mismo que él, trabajaba a ssalario para el pretendido arqueólogo...". Cabré y Motos 1920.
La Dama de Galera, al igual que la de Elche, cae en manos extranjeras. No será hasta años después que Luis Siret la done al Museo Arqueológico Nacional, donde aún permanece.
Existe una copia en el Museo Arqueológico de Galera.
La escultura representa a una mujer-fuente sedente, cuyo trono enmarcan y guardan dos esfinges: una diosa con un gran cuenco en sus manos. Cabeza y pechos perforados, el cuenco recibe el líquido que la figura femenina mana a través de su cuerpo.
Es una diosa.
Se ha tallado sobre un bloque de alabastro de grano muy fino y brillante cuya altura es de 17,8 cm.
El grupo se apoya sobre una base rectangular, con el borde exterior marcado por una moldura, escalonada hacia la parte inferior.
El fondo de la base está rebajado lo que, junto con el perfil de la moldura, nos indica que la escultura se concibió para erigirse sobre un pedestal.
La escultura iba policromada pero sólo quedan restos mínimos de un granate muy vivo en el intersticio de una de las alas de la esfinge.
La Dama sintetiza tres ideas que llegarán, cada una individualmente, a ser fecundas en el Mediterráneo Oriental durante los siglos VII y VI a.C.: la divinidad sentada en un trono con esfinges; el pequeño cuenco que recibe el manar de un líquido precioso; la diosa maternal que frece la leche de sus pechos fecundos.
Por las características morfológicas de la imagen nos acerca a la faz femenina que domina las coetáneas tridacnas fenicias, de la segunda mitad del siglo VII a.C. Sin embargo, pasan varias generaciones desde su realización hasta su amortización en la tumba nº 20, que se fecha, por la coma tipo Cástulo y por la fiale de bronce, en torno al final del tercer cuarto o las últimas décadas del siglo V a.C.
Es de suponer que la estatuilla llega poco después de su fabricación, a través de un intermediario fenicio, y se integra en el mundo indígena orientalizante. Desde un primer momento se vincula a un grupo familiar principesco y sacerdotal. La pieza pasa de padres a hijos. Se rompe parcialmente, se desgasta e incluso se ha podido restaurar. Su último poseedor sigue recibiendo objetos privilegiados que le distinguían de los demás, por lo cual T. Chapa resalta el valor sagrado del conjunto como de un enterramiento sacerdotal.