Significa "tierra (o cerámica) sellada", referida a un característico tipo de cerámica romana de color rojo brillante.
La cronología de estas producciones abarca desde el siglo I d. C. hasta el siglo IV aproximadamente.
Uno de los talleres principales fue el de los Villares de Andújar compitiendo con los otros dos grandes talleres, el del Valle de Najerina en La Rioja.
Era una cerámica hecha a torno y con moldes, de forma industrializada.
El característico color rojizo brillante lo lograban mediante un baño en una arcilla ferruginosa fina, que diluían en abundante agua y, por decantación, formaban un engobe, muy rico en hierro y vitrificante a la coción, técnica que aprendieron de los griegos.
Se fabricaba con arcilla de silicatos de alúmina con un 10% de óxido de hierro y un 2% de cal.
La terra sigillata suele tener marcas. Las marcas realizadas antes de la cocción pueden ser estampilladas (signacula) o grabadas (graffiti). Son marcas de fábrica impresa con punzones o matrices especiales que suelen aparecer en el interior de los vasos lisos después del torneado o intradecorativamente de los vasos decorados y, en algunos casos independientemente del nombre del alfarero, pueden aludir a determinadas etapas del proceso de fabricación (cantidad y calidad de la hornada, encargos recibidos, control de la producción, ...)
Las marcas realizadas después de la cocción pueden ser grabadas (graffiti) y pintadas (tituli picti). Suelen ser inscripciones en forma de grafito realizadas por los poseedores de los recipientes, lo que permitía reconocerlos como propios. Entre estos grafitos abundan las letras y siglas, aunque también se han documentado, lemas, deseos, bromas, etc.