Es una tipología extensa de arcos que están compuestos por dos tramos de arco formando un ángulo central en la clave.
Se suele emplear en contraposición geométrica al arco rebajado.
El arco apuntado transmite mejor el empuje lateral que uno de medio punto, esto hace que se obtenga mayor sensación de verticalidad.
El arco apuntado fue empleado anteriormente por los abasíes en el siglo IX.
En la arquitectura musulmana, el arco de herradura apuntado o arco túmido aparece desde el siglo X.
Tiene precedentes en el arte románico (siglo XII).
Es típico de la arquitectura gótica (siglo XIII-XV).
En la Europa del siglo XII, el arco ojival no sólo supone a un cambio estético que rompe con el clasicismo del Arco de medio punto, propio de la arquitectura romana y la románica, sino que además, resulta más eficaz, pues gracias a su verticalidad las presiones laterales son menores que en el arco de medio punto, permitiendo salvar mayores espacios.
La sección del arco ojival reproduce los nervios, cada vez más complejos, del sistema gótico, que también se manifiestan en las mismas molduras del pilar.
Tiene forma de punta de flecha que debido a su forma vertical permite elevar la altura del edificio.