Se halla recortada en su anchura por la construcción del muro de la Catedral Nueva.
En un arcosolio del muro se halla el altar de Santa María la Blanca, cuya imagen es tradición que fue traída a la Catedral Vieja al ser destruida la Iglesia de esta advocación en la riada de San Policarpo en 1626.
Aquí está fijado el sepulcro de Diego de Vera y Paz.
En el paramento, sobre este altar se hallan pintados y descritos los dieciocho milagros atribuidos al Cristo de las Batallas, cuya primitiva capilla se levantaba frente a ellos, en el muro de la nave de la epístola.