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Gonzalo Fernández de Córdoba - El Gran Capitán
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  • Gonzalo Fernández de Córdoba más conocido como El Gran Capitán Militar fue un militar español del siglo XV, a quien se atribuye el mérito de haber creado el primer ejército profesional español.
  • Gonzalo Fernández de Córdoba nació en Montilla (Córdoba) el 1 de septiembre de 1453 y, muerto su padre, fue enviado a la ciudad de Córdoba para que se educara bajo el cuidado de Diego de Cárcamo, pariente lejano de la familia. En aquella época Castilla se hallaba dividida en dos bandos que seguían al legítimo rey, Enrique IV, y al pretendiente don Alfonso. Siendo todavía un niño, Gonzalo marchó a Ávila a servir de paje al infante don Alfonso, y como tal le acompañó en sus campañas bélicas la guerra de Sucesión que siguió a la muerte de Enrique IV, Gonzalo hizo sus primeras armas en la batalla de Albuera. En esa ocasión figuró al mando de una compañía de 120 jinetes.
  • Al emprender los Reyes Católicos la campaña para la reconquista de Granada, Gonzalo Fernández de Córdoba pasó a integrarse en el ejército movilizado para la histórica ocasión. Conforme a la leyenda, durante el cerco de la ciudad se distinguió por su arrojo y proezas de armas. En mérito a los mismos, Fernando el Católico ordenó que fuera él quien estableciera con el rey nazarí Boabdil los términos del tratado de rendición. Previamente, durante el asedio, había tenido ocasión de probar la que, también según la leyenda tejida en torno a su persona, sería proverbial generosidad del Gran Capitán: un incendio destruyó parte del campamento de los sitiadores y las llamas devoraron, entre tiendas y otros enseres, el guardarropa de la reina Isabel; Gonzalo, diligente, hizo que su esposa, María Manrique, enviara desde Illora todo lo necesario para reponer el malogrado vestuario.
  • Cuando Carlos VIII de Francia decidió invadir Italia, el Gran Capitán tuvo ocasión de proseguir la lucha en defensa del estandarte de Fernando el Católico, acudiendo en ayuda del rey de Nápoles, Fernando II. El Gran Capitán desembarcó en Messina con un ejército que debía operar junto a las tropas de Milán, Roma, Venecia y Austria, coaligadas en la llamada Liga Santa. El rey de Nápoles había desembarcado en las costas de Calabria y se unió a Fernández de Córdoba para ocupar la ciudad de Reggio. La campaña de ambos continuó con éxito hasta que las fuerzas aliadas fueron derrotadas en Seminara. Fernández de Córdoba, sin embargo, levantó la alicaída moral de sus hombres y reanudó la campaña, apoderándose de las dos Calabrias. La zona norte quedó, no obstante, en manos de los franceses, quienes ofrecieron una tenaz resistencia. Pero en julio de 1496 Federico I, que había sucedido a Fernando en el trono de Nápoles, solicitó la ayuda del capitán español para atacar a los franceses. Derrotado por Fernández de Córdoba, el general francés se vio obligado a retirarse.
  • En lo sucesivo, el militar español recibiría el sobrenombre de Gran Capitán, con el que pasaría a la historia. Sus grandes dotes militares hicieron que el papa Alejandro VI le llamase para que liberara los Estados vaticanos del acoso del corsario Menaldo Guerri, quien desde su base de la ciudad de Ostia, en la que ostentaba el puesto de gobernador, impedía el abastecimiento de Roma. Fernández de Córdoba llevó a cabo con brillante éxito la misión: tomó Ostia e hizo prisionero al corsario. Posteriormente, en Nápoles sería aclamado por el pueblo, mientras Federico I le otorgaba los ducados de Terranova y Sant’Angelo, junto con todas sus tierras, ciudades, villas y fortalezas.
  • Muerto Carlos VIII y disuelta la Liga Santa, en 1500 regresó a Italia tras pasar una temporada en Granada, y ocupó Apulia y Calabria, que habían correspondido a los Reyes Católicos en virtud del Tratado de Granada. Según este tratado, se había acordado con Luis XII de Francia el reparto del reino de Sicilia peninsular y el derrocamiento de Federico I. El Gran Capitán desembarcó en Tropea y se hizo fuerte en las dos Calabrias y Narento, haciendo prisionero al heredero del trono, príncipe de Calabria, que fue enviado a España. La frágil paz entre españoles y franceses duró poco. Tras una nueva ruptura de las hostilidades, estos últimos fueron derrotados en Garellano y todo el reino de Nápoles quedó en manos españolas.
  • Fernández de Córdoba hizo reconocer a Fernando el Católico como rey de Sicilia y gobernó en su nombre. Pero al cabo de unos años el entendimiento entre el monarca y su súbdito comenzó a debilitarse y, finalmente, el Gran Capitán fue obligado a regresar a España, estableciéndose en Loja, lejos de la corte. Gonzalo Fernández de Córdoba, a quien se considera el creador del ejército profesional español e impulsor de la infantería como base del mismo, murió en Granada en 1515.
  • Las famosas “cuentas del Gran Capitán”, sea cierto o no, esto le contestó al Rey Fernando cuando le pidió cuentas de en qué había gastado el dinero del reino: ” Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados, por limosna para que los frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados, por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados, por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.”.
  • A su muerte fue enterrado en los franciscanos de Granada, hasta que, a iniciativa de su mujer, María de Manrique, Duquesa de Sessa y Terranova, se prepara el Monasterio de San Jerónimo para convertirlo en Panteón familiar para descanso del Gran Capitán, su mujer y parte de su familia. Los franceses profanaron su tumba durante su estancia en Granada (1810-1812). Se llevaron su cuerpo, que, después de varias peripecias, volvió a Granada, aunque no se puede afirmar con certeza que los restos que hay en San Jerónimo sean del Gran Capitán.

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Página confeccionada por Francisco Miguel Merino Laguna
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