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Plaza de los Huérfanos
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Plaza de los Huérfanos
Plazas, parques o paseos
Plaza de los Huérfanos. Foto antigua. Entrada a la Calle de los HuérfanosPlaza de los Huérfanos. Foto antigua. En el lugar donde se ve la vespa, el Bar Turismo, subiendo la Calle de San Andrés, a la derecha, el molino de aceite La MolinetaPlaza de los Huérfanos. Situación
Plaza de los Huérfanos. Plano de 1940Plaza de los Huérfanos. Plaza de los Huérfanos.
Plaza de los Huérfanos. Plaza de los Huérfanos.
  • En la antigua judería (Historia de Jaén. Judería).
  • Aquí estuvo la Puerta de Baeza de la Muralla (Muralla. Puerta de Baeza)
  • Se accede a ella por un Cantón defensivo.
  • Hoy llamada como Plaza del Doctor Blanco Nájera.
  • Donde convergen la Calle San Andrés, la Calle los Huérfanos y la Calle las Huertas, desembocando todas en la Calle Millán de Priego.
  • Se trata de una plaza de morfología irregular.
  • Las angostas calles que la circundan conservan aún conservan la antigua trama urbana, donde en siglos anteriores se asentaron familias nobles y adineradas, cuyas viviendas han sido demolidas para la construcción de bloques de pisos, alterando su antigua fisionomía.
  • Actualmente, en el centro de la plaza se ubica el Monumento a la Diáspora Sefardí.
  • Cuando en 1486 las monjas del convento de santa María de Vallehermoso se trasladan del arrabal para fundar intramuros el convento de santa María de los Ángeles había una tenería junto a ellas que por su insalubridad las motivó a marcharse. Aquella tenería, llamada del Solar, terminó por dar nombre a una calle del arrabal, hoy desaparecida. Era la llamada en el siglo XVIII calle del Solar, o calle de la Tenería del Solar de San Miguel. Tenia 6 albercas, 6 pilones y caldera para curtir cordobanes, cuartos para recoger el zumaque, molinos para molerlo, dos terrados para tender las pieles con su corral y el agua necesaria. Propiedad de los Quiroga, en 1752 era de doña Inés de Quiroga, vecina de Madrid. La administraba don Luis Melgarejo Zuazo, caballerizo real de Felipe V, nieto de don Francisco de Zuazo Quiroga Contreras (1641-1695), caballero veinticuatro de ‪‎Jaén‬, natural de Madrid. Su hijo, Joaquín de Quiroga Melgarejo y Rojas (1732-1803), Marques de Quiroga y Melgarejo, fue después su propietario tal como cita el Deán Maza. Entre otras propiedades, tenía doña Inés de Quiroga cuatro casas intramuros muy próximas entre sí, tres de ellas en un campillejo cercano, de 33, 25 y 8 varas de frente linderas con la recientemente fundada “obra de los niños huérfanos” sita en aquel mismo lugar desde el año 1700. Hasta aquel rincón de la judería, al igual que el arrabal, se extendía la colación de San Miguel. Con los años se conoció como Plaza de los Huérfanos, y del Dr. Blanco Nájera en la actualidad, pero entonces era conocido como el Campillejo de Quiroga. Aquella tenería del Solar, así como el recuerdo de los Quiroga terminaron por desaparecer. Reinando Isabel II solo quedaban dos tenerías en Jaén (J.A. López Cordero) y de los niños huérfanos solo quedó su nombre sustituyendo la callejuela de Cañizares. Sin embargo, debajo de aquella tenería perduran hoy día las vecinas calle Vallehermoso y plaza de Curtidores que nos recuerdan que aquel convento, y los Quiroga con su tenería, fueron durante siglos parte del origen y corazón del arrabalejo.
Leyenda

Unos ganaderos pidieron pasar la noche en los sótanos de una casa que hacía esquina entre la calle Santa Clara y la plaza de los Huérfanos. A media noche la hija de los dueños despertó alertada por extraños ruidos que procedían de la parte baja de la casa y allí se dirigió. Sin que los ganaderos notaran su presencia, observó que se encontraban alrededor de un cabo de vela al tiempo que pronunciaban unas palabras rituales. Al poco, se abrió uno de los muros. Entraron en la grieta y al poco salieron cargados de bolsas de monedas.

La muchacha esperó a que los extraños visitantes abandonaran la casa y a la noche siguiente, en compañía de su madre, bajó al sótano. Allí volvió a repetir el ritual que la noche anterior vio celebrar a los ganaderos y entró en la grieta cuando de nuevo se abrió. Allí, quedó deslumbrada por los tesoros que vio, tanto que se entretuvo y no advirtió los gritos de su madre cuando vio cerrarse la grieta.

Allí quedó sepultada, pues sólo ella conocía las palabras del ritual.